Los actuales líderes de las dos partes en contienda, Mahmoud Abbas y Benjamin Netanyahu defienden la respectiva primacía de sus respectivos pueblos sobre la llegada a la tierra en litigio. Así el palestino declaró hace algún tiempo que
Somos los cananeos. Esta tierra es para su gente … que estuvo aquí desde hace 5.000 años.
Por su parte el israelí aseguró (con las mismas endebles pruebas que Abbas) que
Los antepasados de los palestinos actuales vinieron de la península arábiga a la tierra de Israel miles de años después que los israelitas.
Y para clarificar esta estéril discusión ha llegado la más potente herramienta que la inventiva humana ha sido capaz de desarrollar: la Ciencia. Así investigadores de más de veinte instituciones científicas de diversos países, pero con mayoría de investigadores israelíes han secuenciado los genomas de 73 cananeos provenientes de diversos yacimientos arqueológicos de la Edad del Bronce y los resultados han sido publicados en la prestigiosa revista "Cell". Estos datos indican que los cananeos descendían de una mezcla de poblaciones neolíticas locales anteriores y poblaciones relacionadas con el Irán calcolítico y/o con la región del Cáucaso de la Edad de Bronce.
Además los investigadores compararon esos genomas antiguos con diversas poblaciones actuales de la región llegando a la llamativa conclusión de que judíos y palestinos tienen el mismo porcentaje (alrededor de un 50% cada uno) de herencia genética cananea de la Edad del Bronce, sugiriendo que ninguno de los dos rivales pueden arrogarse el privilegio de haber llegado antes a la Tierra Prometida y que por tanto, sus diferencias actuales son el resultado de seculares desavenencias culturales.
Por cierto, no sé cómo les sentará a los ultraortodoxos judíos saber que son descendientes directos de ese pueblo tan despreciado en el Antiguo Testamento hasta llegar al punto que decir "raza de Canaán" era equivalente a un insulto.
Finalmente quizás sea hora de dejar de lado las tradiciones, los mitos y sus consecuentes enfrentamientos y buscar al conflicto una solución laica del siglo XXI.
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