Aunque los distintos grupos religiosos creen en un dios diferente al del resto, hay una característica que todos ellos comparten: la ofensiva estulticia derivada de interpretar la compleja realidad de un mundo moderno a través del prisma de mohosos libros, escritos por cierto por analfabetos de tiempos remotos. Y así luego les luce el pelo con sus patéticos "argumentos".
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