Explícitamente, las matemáticas pueden definirse como un conjunto de lenguajes formales utilizables como herramientas para plantear problemas y, lo que es más importante, buscar soluciones de manera no ambigua. Y desgraciadamente bajo esta definición, los humanos tenemos que conformarnos con la honrosa medalla de plata de su descubrimiento eso sí, con un tiempo más que discreto de varias decenas de millones de retraso tras las indiscutibles ganadoras: esas pequeñas y humildes abejas que construyeron en sus más remotos orígenes como especie social un lenguaje matemático propio, que les permite utilizar de manera exacta los conceptos de ángulos, dirección, distancia y velocidad, y lo que es más importante aplicarlos inequívoca y más que satisfactoriamente a su búsqueda diaria de alimento, tal y como explica muy didácticamente el siguiente fragmento de la muy recomendable nueva temporada de Cosmos.