Quizás no haya nada más ridículo que cuando un pobre analfabeto mental, que solo ha leído un libro en su vida y que se cree tocado por una delirante divinidad intenta "razonar" y explicar lo que sucede en el mundo a través de sus estúpidas y más que absurdas creencias, tal y como lo acaba de demostrar uno de esos ayatolas que proliferan en Oriente Medio más que las setas en otoño.
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