Estábamos más que acostumbrados a que cristianos y musulmanes tengan la piel muy fina y cualquier comentario acerca de sus más delirantes profetas sea considerado una terrible blasfemia merecedora de la cárcel o incluso del asesinato más cruel. Pero parece ser que ahora también los supuestamente pacíficos y tolerantes budistas se han apuntado a esta criminal práctica.
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